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Desafección política: Un reto de todos

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Desafección política: Un reto de todos

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Pablo de la Peña Sánchez.Fuente: cortesía

¿Qué tanto confiamos en nuestra democracia? ¿qué tanto confiamos en nuestras instituciones políticas? o ¿en nuestros representantes políticos? Son preguntas que cada vez ganan más atención en el círculo académico de las ciencias sociales a nivel global. Particularmente en América Latina tenemos prácticamente una década con números descendientes sobre la confianza en la democracia y en nuestras instituciones políticas.

Latinobarómetro (www.latinobarometro.org) mide cada año en todos los países de América Latina el sentimiento de la población sobre diferentes temas relacionados a la economía, a la política, y a las instituciones, entre otras cosas. El nivel de confianza en el sistema democrático ha caído de manera generalizada, de acuerdo con este estudio de Latinobarómetro, en el 2010 el 44 por ciento de los encuestados respondieron estar satisfechos con el modelo de democracia que vivían en su país, para el último reporte del 2018 sólo un 24 por ciento dijo estar satisfecho. En este último estudio, el nivel de satisfacción con nuestra democracia en México se ubicó en el 16 por ciento.

Si a esto le agregamos que en México más del 80 por ciento tiene poca o ninguna confianza en el gobierno y apenas el 22 por ciento confía en el Congreso, podríamos aventurarnos a decir que claramente en nuestro país tenemos un serio problema de confianza en nuestras instituciones políticas y representantes políticos.

Este creciente sentimiento negativo hacia nuestras instituciones políticas, y en general hacia el círculo de tomadores de decisiones políticas y económicas en nuestro país, puede ser atribuible a una clara insatisfacción de las necesidades más fundamentales respecto a las expectativas que los mismos actores han construido a su paso por el poder político. Es decir, la falta de respuesta a nuestras demandas como sociedad por parte de las instituciones políticas da como resultado una desafección política que ha ido creciendo no sólo en México o Latinoamérica, sino también en diversos países e incluso con diversos modelos y sistemas políticos. Tenemos un exceso de promesas y un déficit de resultados.

Con el objetivo de conocer más sobre este fenómeno de la desafección política, el Consejo Estatal Electoral de Nuevo León en coordinación con la UANL, el Tec de Monterrey y la Universidad de Monterrey, llevó a cabo un interesante estudio sobre la Desafección Política en Nuevo León. Los resultados de este estudio se pueden consultar en la página del CEENL (www.ceenl.mx) y se hará una presentación de dicho estudio en el marco del X Congreso Latinoamericano de Ciencia Política que se llevará a cabo en el Tec de Monterrey en estos próximos días.

Ahora bien, una cosa es la participación en procesos electorales y otra distinta es la participación ciudadana. A pesar de que el porcentaje de participación en la jornada electoral es medianamente aceptable, pues en el 2018 fue superior al 50 por ciento, la activa participación cívica post-electoral es significativamente baja; menos del 20 por ciento de la población se organiza o participa activamente en acciones de apoyo, consultas o demandas organizadas ante las autoridades políticas.

La desconfianza de que nuestros actos tengan una influencia directa en el proceso de toma decisiones políticas y económicas nos lleva a distanciarnos de entorno político. Este distanciamiento puede llevarnos peligrosamente a dejar en manos de otros las decisiones que tendrán un impacto en nuestra vida económica y social ahora y en el futuro.

Es claro que tenemos un reto sustancial de cerrar ese vacío entre las expectativas ciudadanas y las acciones derivadas de las decisiones políticas, pero este reto no sólo es de nuestros representantes políticos; sino de toda una sociedad activa que contribuya al fortalecimiento de nuestra democracia a través de instituciones sólidas, autónomas y en proceso de consolidación.

El autor es Decano de la Región Norte de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, del Tec de Monterrey.

Opine usted: ppenia@tec.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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