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Las adicciones, responsabilidad social

Hiram Peón Lara.

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Las adicciones, responsabilidad social

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Hiram Peón Lara.Fuente: Cortesía

Las adicciones constituyen uno de los más graves problemas que enfrenta nuestra sociedad. La afectación no se limita al adicto, sino que tiene un efecto de onda expansiva hacia su entorno familiar, laboral y social.

Mientras el adicto no es plenamente consciente de las consecuencias de su adicción sobre su salud, su comportamiento y su actitud ante la vida, todo el entorno al que afecta, sí está consciente y busca, de manera desesperada, una solución mágica para regresar la vida de todos a la estabilidad, a la normalidad.

Un adicto en la familia termina con todos los recursos económicos, genera violencia intrafamiliar, separación y rompimiento. Provoca dolor, angustia, desánimo, frustración y desamor. Y aunque la familia quiere ayudar no puede porque el sujeto no acepta que tiene un problema, ni cree ser un adicto.

El principal problema que enfrenta la familia es la falta de información clara y precisa, que les permita dirigir adecuadamente sus esfuerzos. Regularmente se queda con la incertidumbre de saber si está haciendo las cosas bien o mal, si funcionarán o no.

Los familiares y los amigos y demás afectados del entorno, no pueden responder con certeza a sus propias interrogantes de qué, cómo, cuándo y dónde hacer algo; no tienen el suficiente tiempo para involucrarse personalmente, para iniciar su propia investigación o para hacer intentos a base de prueba y error.

Si quisiéramos englobar, en distintos entornos, a los protagonistas del problema tendríamos que incluir primero al sujeto adicto y su familia nuclear que incluye a esposa o esposo, hijos, padres y hermanos; después está el entorno social del adicto, lo que le llamamos los pares referenciales: amigos, pareja, novio, compañeros de estudio; y finalmente el entorno laboral: compañeros de trabajo, jefes, subordinados, clientes, proveedores.

En cada caso, todos los protagonistas tienen una misión y una tarea que realizar para lograr que el adicto salga de su marasmo y acepte la ayuda que requiere.

Las empresas cuando detectan un problema de adicción en sus trabajadores y empleados, se van por el camino fácil y prescinden de sus servicios, aunque con consecuencias de menor escala que afectan su productividad, tales como ausentismo injustificado o por problemas de salud, y un alza en accidentes laborales.

Lo que sucede en el gobierno está en un espacio oscuro, no se sabe. Cuando hacen pruebas de confianza o antidoping, por ejemplo, al personal de instituciones como seguridad, comentan a los medios que despiden a los que fallan en esas pruebas, pero aparte de eso no se sabe más. No se sabe si al contratar a un directivo se le hacen pruebas antidoping. O si los diputados entregan una prueba similar.

Volviendo a la empresa, las áreas de Recursos Humanos lidian con esta problemática tratando de disminuirla principalmente a base de incentivos, pero hasta ahora poco se ha hecho para prevenirla.

Un buen número de trabajadores y empleados utilizan gran parte de su tiempo libre cada fin de semana en convivencias ligadas al consumo de alcohol o al uso indiscriminado de redes sociales; en menor escala pero no menos importante, algunos se distraen en casinos o consumen sustancias tóxicas que alteran su comportamiento.

Desde luego contamos con apoyo en instituciones como el IMSS, Salubridad, el ISSSTE, ISSTELEON. Pero están limitados en personal, instalaciones y ahora en medicamentos. Así que ya se puede usted imaginar cuando el adicto requiere atención sicológica o placebos para su tratamiento y le dicen “su cita es en el mes de octubre”. Falta mucha información y faltan más organizaciones.

Existe una inmensa necesidad para atender a estas personas, pero no solo a los y las alcohólicas, sino que también a los adictos al juego, a los casinos, a las redes sociales, a los juegos de computadoras, al sexo, y a los de las drogas en todas sus tipos y variedades.

Un adicto en la familia es un problema de la sociedad y todos somos responsables de que existan y de que salgan del infierno donde viven.

Continuaremos con este tema.

El autor es experto en comunicación corporativa y situaciones de crisis. Cuenta con un MBA del ITESM.

Opine usted: hirampeon@gmail.com

Twitter: @Hirampeon

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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