Privilegios de Pemex generan competencia desleal

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Después del Plan de Negocios 2019-2023 dado a conocer por parte de la empresa productiva del estado, Petróleos Mexicanos (Pemex), todo parece indicar que el rumbo que tomará en los siguientes años será el de volver a convertirse en una empresa paraestatal, como anteriormente lo era, con miras de recuperar su papel monopólico en el mercado, pero al mismo tiempo, el Gobierno Federal envía un mensaje contradictorio invitando a los privados para que participen en el sector, lo cuál sólo genera incertidumbre en el mercado y pone en tela de juicio la viabilidad de los proyectos para los inversionistas tanto nacionales como extranjeros.

La historia de Pemex no ha sido nada sencilla, por muchos años fue la ´gallina de huevos de oro´ hasta la caída de los precios del petróleo en el 2014, la problemática es que, durante ese tiempo, los recursos solo fueron utilizados para llenar las arcas del Estado y no realmente en una inversión que ayudara a generar una estructura sustentable para su futuro, lo cual generó que pasara de ser una de las empresas petroleras más rentables en el mundo a la más endeudada.

Lo anterior en gran parte se debe a que la empresa ha sido manejada de manera irresponsable, y con fines políticos, pero sobre todo con una visión que va cambiando con cada sexenio y no como una empresa que busque la rentabilidad, crecimiento y posicionamiento a largo plazo; hoy nos presentamos frente al panorama de que Pemex se acerca, con el nuevo Plan de Negocios, a convertirse de nuevo a una paraestatal, de hecho, podemos observar que en el presente sexenio vuelve a tomar un curso de acción basado a una agenda política más que a un tema de rentabilidad. Aquí nos preguntamos: ¿Quién toma la decisión final para saber qué es lo más conveniente para la empresa, el Presidente, la Secretaría de Energía o su Director General, para el caso de la Refinería de Dos Bocas?.

Esta refinería es un proyecto que ha sido sumamente cuestionado debido a su poca rentabilidad, en donde en un escenario positivo generaría una Tasa Interna de Retorno (TIR) del 13 por ciento a diferencia de realizar inversión en exploración y producción que genera márgenes que van entre un 30 por ciento y 40 por ciento de rentabilidad, sin embargo, políticamente es más rentable vender a las masas el lema “Por el rescate de la soberanía”.

México se encuentra muy atrasado en materia energética y la única forma viable de avanzar hacia un futuro más rentable, sustentable y benéfico para el pueblo mexicano es generar competencia en el sector, misma que el Gobierno de México ha venido ahuyentando a través de incertidumbre política, energética y frente a prácticas que hacen que las empresas privadas no puedan competir de manera leal hacia Pemex.

Un ejemplo anterior es que Pemex estará recibiendo un beneficio fiscal en su nuevo Plan de Negocios, cuyo beneficio provocará una menor aportación al Estado y en donde dicho boquete fiscal tendrán que recuperarlo a coste del pueblo mexicano y, al mismo tiempo, para no perder mercado, la empresa sigue ofreciendo descuentos a sus clientes que incluso le generan una pérdida económica, en donde lo único que provocan es desincentivar la entrada de nuevos competidores y la llegada de nueva inversión en infraestructura de almacenamiento y logística que al país tanto le urge.

Pemex no necesita volver a ser una paraestatal, lo que necesita es la independencia del Estado, para que pueda operar como una empresa privada y con un equipo directivo que realmente tenga experiencia, y logre generar rentabilidad y sustentabilidad a largo plazo, más no un Ingeniero Agrónomo que la dirija conforme a la agenda presidencial.

El autor es empresario y colabora como socio del área de Hidrocarburos y Director de Estrategias Comerciales del Despacho Elizondo Cantú SC. También es Asesor y experto en evaluación de proyectos y modelajes financieros y consultor en proyectos energéticos.

Opine usted: cvillarreal@elizondocantu.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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