Migración en México, ¿debe preocuparnos?

[ad_1]

Monterrey, sobretodo su zona metropolitana, se distingue como un espacio económicamente próspero por su actividad industrial y empresarial, y su aporte a la generación de empleos, esto lo hace más atractivo desde hace tiempo para migrantes provenientes de diversas entidades de la República como San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, Coahuila y la Ciudad de México.

Hoy en día, Monterrey es también un contexto de recepción de migrantes internacionales, la mayoría de Centroamérica, ya sea personas desplazadas de sus países de origen por violencia extrema o expulsadas del Norte por la instrumentación de una política antiinmigratoria.

La Zona Metropolitana de Monterrey forma parte de la larga ruta que recorren hombres y mujeres, hasta niños centroamericanos, en su camino hacia Estados Unidos (EU). Algunos van de paso; otros, tras un cambio de planes, terminan adoptando a Monterrey como su nuevo hogar. Esta zona es también uno de los destinos de los mexicanos deportados de EU, buscan un empleo, donde puedan aplicar los oficios que aprendieron en aquel país. Tan solo en 2015, la encuesta del INEGI captó 525 migrantes de reciente arribo provenientes en su mayoría de Honduras, El Salvador y Guatemala; y en promedio de 8.6 mil personas que han retornado ya sea voluntaria e involuntariamente de EU, lo que representa el 81 por ciento del total de la migración de retorno en Nuevo León.

Este volumen de población migrante es inferior al reportado en otras entidades de México, es algo en lo que se debe poner el ojo, y poner especial atención, ya que se debe considerar que la llegada de estas personas no es algo momentáneo y que la infraestructura disponible en la zona Metropolitana de Monterrey para atenderlos es insuficiente. Las casas de migrantes y los comedores son los principales actores sociales que brindan ayuda humanitaria a estos grupos vulnerables. Existen algunas asociaciones en su mayoría de carácter religioso, que se sostienen básicamente con donativos y los servicios que ofrecen son variados: desde hospedaje temporal y comida hasta asesoría jurídica y psicológica. Sedesol está comenzando a destinar recursos mediante el concurso a las asociaciones que soliciten financiamiento para desarrollar proyectos específicos con esta población. Hay mucho por hacer. Como sociedad civil podemos empezar volteando a ver esta realidad, sensibilizarnos y apoyar.

Con respecto a indicadores socioeconómicos, tomando como referencia los grados de marginación empleados por CONAPO, tenemos que la mayoría de los flujos migratorios provienen de localidades con niveles de marginación bajos o muy bajos. Esto no debe de sorprendernos ya que los flujos migratorios internacionales que se realizan de manera voluntaria están por lo general asociados a poblaciones con niveles medios de desarrollo socioeconómico.

La población indígena también está presente en el tema de la migración. Esta población que declaró hablar o pertenecer a alguna comunidad indígena contempla sólo el 9.8 por ciento del total de migrantes con destino a EU.

Con esto en mente, podemos actualizar nuestra narrativa sobre la migración mexicana a una más cercana a la realidad actual, una que hable sobre una migración que se ha extendido prácticamente a todas las regiones de México, que proviene mayormente de localidades urbanas y con bajos niveles de marginación.

La autora es especialista en Marketing digital y Recursos Humanos en DCHDCH KnowWho, firma que brinda servicios especializados en Recursos Humanos desde hace 30 años.

Opine usted: fmaldonado@dchkw.com.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

[ad_2]

Source link