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Miguel Moreno Tripp

NOTICIAS FINANCIERAS

La valuación

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Miguel Moreno TrippFuente: Cortesía

Sin ánimo de abonar para uno u otro bando, y aclarando desde el principio que ni tengo interés alguno, ni tampoco los detalles del tema de la compra de la planta de fertilizantes por parte de Pemex, hay una pregunta interesante: ¿será posible que pueda haber un monto mucho más alto -y por supuesto justificado- con respecto al avalúo que se ha comentado en la prensa? La respuesta es que sí es posible.

Un avalúo se refiere al valor actual de un bien mueble o inmueble, básicamente considerando las condiciones actuales en las que se encuentre dicho bien. Por ejemplo, en el caso de una casa, se toman en cuenta las condiciones del inmueble, los valores que puede llegar a generar si se rentara y las operaciones de compra-venta de casas en la zona, si es que hubiera habido alguna. Se necesita un perito valuador para que el avalúo tenga efectos.

En el caso de una empresa en marcha -o, estando inoperante pero con un plan de negocio viable-, hay varias metodologías para valuarla. La primera y más obvia, es considerar el valor del capital contable. Sin embargo, y esa es una diferencia primordial entra la contabilidad y las finanzas, es que la contabilidad considera la historia de la empresa -del último reporte hacia el pasado- e incluye eventos subsecuentes pero que sean de corto plazo.

En el caso de las finanzas, considerará el futuro. Es decir, un inversionista invierte hoy, para ver cuánto recibirá en el futuro, claro, tomando en cuenta la información histórica. No es que las finanzas -con esta perspectiva-, o la contabilidad sea una mejor que la otra, sino que se complementan y de hecho la contabilidad equivaldría a los cimientos de una construcción, por lo que si no se lleva bien, es fácil adivinar qué sucedería.

Otra manera de determinar el valor, es considerando lo que se conoce como valor de liquidación. Es decir, en las condiciones actuales, ¿cuánto podría obtener? Si el equipo está echado a perder, se vendería como fierro viejo y nada más y a pagar lo que alcances. Si sobra, le tocará algo a los accionistas.

Otra alternativa sería el valor de reposición, que como su nombre lo indica, consideraría el costo de “duplicar” la empresa como está.

El caballito de batalla en las valuaciones, es el método de flujos de efectivo descontados. Consiste en proyectar los ingresos de la empresa, sus costos y gastos y calcular lo que se conoce como EBITDA (Earnings Before Interests, Taxes, Depreciation and Amortization; UAFIRDA en español) que equivale al flujo de efectivo generado por la operación de la empresa. A este flujo operativo, se le descuentan los impuestos, se le regresa la depreciación y amortización ya que son deducibles pero no representan flujo, y se procede a quitar los cambios en el capital de trabajo así como las inversiones de capital. En el caso de que requiera inversión (arreglar lo que se necesite o bien crecer) esos montos se deben incluir. El resultado se conoce como flujo libre de efectivo -libre porque es lo que le queda al accionista- y son traídos a valor presente: este monto será el valor de la Empresa. El diablo está en los detalles (y casi siempre en otros lados) por lo que la tasa adecuada para descontar los flujos es crucial.

Adicionalmente, está la valuación relativa, por la que se comparan los precios de las acciones de empresas similares (o mejor aun, el sector en el que opera) así como las operaciones comparables, que son las compra-ventas de empresas similares en un pasado reciente, si es que se hubieran presentado. Hay más métodos, pero digamos que los mencionados resumen adecuadamente el “menú” disponible.

Con un buen modelo de negocio -aun y cuando requiriera inversión adicional- por supuesto que una empresa valdría mucho más que su valor en libros, su valor de liquidación etc. siempre y cuando el plan de negocio sea viable. Con supuestos realistas, se obtienen resultados realistas. Con supuestos amañados, pues ni para que comentar. Si se plantea un plan de negocio realista y viable pero no se lleva a cabo, pues ni como ayudar a los interesados.

El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Empresas, en el IPADE. Se desempeñó como Director General de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA.

Opine usted: morenotrip@gmail.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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