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La Economía Circular
Fuente: Cortesía
El modelo económico que sustenta al capitalismo, tal como lo conocimos a lo largo de la historia, ha muerto. La forma de producir bienes y servicios, donde los recursos se integraban al proceso productivo y después de pasar por el consumo, se desechaban, ya no es viable en el Siglo XXI.
En ese sentido, la Fundación Ellen MacArthur, de Reino Unido, asegura que «el modelo lineal basado en producir, usar y tirar está llevando a unos niveles de escasez, de volatilidad y de incremento de precios que nuestra economía no puede asumir”. Dados los problemas actuales donde los procesos productivos generan una enorme cantidad de residuos que, naturalmente es muy difícil de reabsorber por la velocidad a la que son generados, se propone un modelo de economía diferente, acorde a las necesidades del capitalismo consciente.
La propuesta de hacer una economía circular, donde los residuos de un proceso productivo formen parte de la cadena de valor de otras empresas, podría, además de generar un mercado de muchos millones de dólares, ayudar a la regeneración de los ecosistemas y a la reducción de contaminación del agua y del aire. La estrategia de la economía circular se fundamenta en reducir el consumo de recursos naturales y en asimilar los procesos productivos de la naturaleza, donde cualquier residuo se convierte en un recurso económico para otro proceso productivo.
La Comisión Europea del Medo Ambiente estimaba que el valor de los negocios ambientales y ecológicos era de más de un billón de euros en 2017 y también afirmaba que para el año 2030, el valor de éste sería del triple. Esta representa un área de oportunidad para generar dinero y, además, crecer con un compromiso de responsabilidad con el entorno y con el planeta.
Existen algunos casos exitosos de empresas que han decidido adoptar a la economía circular como el eje de sus estrategias productivas y comerciales y han tenido como resultado, un incremento en sus beneficios económicos y en su reputación como negocio consciente.
La empresa holandesa Philips ha decidido integrar en su visión estratégica la economía circular, reconociendo que ellos proveen luz, no residuos de la misma, los focos, por lo que han adoptado una política de recolección de focos usados e integrarlos nuevamente en sus procesos productivos, reciclándolos. Esto ha generado millones de euros en ahorros.
Otro caso exitoso es el de Apple, en cuyas tiendas tiene una sección de recuperación y aceptación de productos antiguos y los cambia por créditos para un producto nuevo. Lo que hace con los productos recuperados, es concentrarlos para someterlos a un proceso de desinstalación de materiales a través de la línea de robots Liam, que desarma y recupera material para reciclaje en 11 segundos.
Caterpillar Inc. ha decidido incorporar los principios fundamentales de la economía circular en toda su cadena de valor, incluyendo el desarrollo de productos, recursos humanos, cadena de suministro, red de distribución y relaciones con clientes y proveedores. Su capacidad de “refabricación” se eleva a más de 80 mil toneladas anuales de material reciclado al final de su vida y se utiliza para reconstruir nuevos motores, maquinaria, turbinas, etc.
Me permito poner el último ejemplo de una empresa adoptante de la economía circular y esta es la fabricante francesa de autos, Renault. En su planta de París, remanufactura motores y transmisiones para poder venderlos a otras empresas automovilísticas en todo el mundo. Con esto, sus instalaciones consumen un 80 por ciento menos de energía eléctrica y 90 por ciento menos de agua, además de producir un 70 por ciento menos de residuos de aceite y detergente, dándole como resultado, un incremento en su margen operativo.
Si seguimos en esa línea, cada vez son más las grandes empresas que han decidido sumarse a la filosofía de la economía circular. Y aunque podamos pensar en un principio que los propósitos de estas empresas son los de maximización de sus utilidades y la minimización de sus costos para tener mayores beneficios económicos, también debemos destacar que sus acciones contribuyen a que sus procesos productivos demanden cada vez, menos recursos naturales.
Dadas las circunstancias actuales, hay todavía una gran área de posibilidades para que los negocios sean conscientes y nos den a la economía en su conjunto, la oportunidad de aspirar a un mundo mejor para todos.
El autor es economista y profesor de Finanzas y Economía de la Escuela de Negocios del Campus Monterrey.
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