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Historias que Inspiran: las organizaciones y el valor compartido

Mariel Jiménez

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Historias que Inspiran: las organizaciones y el valor compartido

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Mariel Jiménez Fuente: Cortesía

Llegamos a un punto en el que como sociedad nos sentimos vulnerables. Presenciamos grandes problemáticas como el cambio climático, la desnutrición, la inseguridad… y no logramos avanzar en ninguna de ellas. La desconfianza ante el gobierno, las organizaciones y a los líderes se incrementa.

Necesitamos escuchar historias que nos llenen el corazón, historias que inspiren. La mayoría de los jóvenes buscamos formar parte de ellas y tener un rol activo en este cambio. Ya no solamente es tarea de las organizaciones no gubernamentales, es momento en el que todos actuemos.

La expectativa del papel de las empresas en la sociedad de Monterrey, México y prácticamente todo el mundo, ha cambiado, somos ciudadanos más conscientes de nuestro entorno. Los consumidores eligen productos pensando en su impacto. Los negocios seleccionan a proveedores éticos y los empleados valoran el propósito de las compañías.

Michel E. Porter, profesor de la escuela de negocios de Harvard y Mark R. Kramer, cofundador de la FSG, proponen la creación de valor compartido. Significa ver más allá de la responsabilidad social, centrar el modelo de negocio en la rentabilidad y progreso social: el punto en donde ambos convergen.

Uno de los tres vehículos que los autores plantean para la creación de valor compartido (Porter & Kramer, 2011) es reinventar o crear nuevos productos y mercados que atiendan una necesidad social.

Un ejemplo es doctHERs quien conecta a mujeres médicos de Pakistán (tercer país más peligroso del mundo para las mujeres) con sus pacientes a través de internet, superando barreras socio culturales que obligan a las mujeres a permanecer en sus hogares. Es así como aborda dos fallas del mercado: el acceso a la atención médica de calidad en el sureste asiático y el empleo inclusivo para las mujeres.

Otra opción es fomentar clusters locales que ayuden a potenciar la actividad industrial y el desarrollo de la cadena de valor. Por ejemplo, Grupo AlEn, empresa regiomontana líder en productos de limpieza, estableció una alianza estratégica para desarrollar en el sureste de México plantaciones de pino y palma.

Esto le permite autoabastecerse de materias primas naturales y desarrollar fórmulas biodegradables para sus productos mientras que en la comunidad se generan nuevas habilidades, nuevos empleos y mayor derrama económica. Además, contribuye a la conservación de flora y fauna que aporta servicios ambientales como la captura de dióxido de carbono.

Este tipo de acciones requieren líderes con visión sistémica, que logren romper paradigmas a través del talento y cultura que ayuden al cambio y ejecución.

Los beneficios van desde el desarrollo de capacidades internas para la gestión de negocio, la atracción y retención de talento y consumidores, hasta nuevas oportunidades de crecimiento.

Hablamos de una propuesta de negocio con visión humana que incita a convertir los retos en oportunidades. Es potenciar la competitividad y rentabilidad mientras se crea valor social. Es reconocer la interdependencia del negocio y la sociedad en donde el progreso del segundo condiciona al éxito y permanencia del primero.

Son muchos quienes están siguiendo esta visión de negocio, pero aún queda camino por recorrer. Repensemos. Rediseñemos. Actuemos. Inspiremos.

La autora lidera la Comunicación Corporativa y Responsabilidad Social de Grupo AlEn y es miembro del Consejo Ejecutivo de ERIAC Capital Humano.

Opine usted: editorial@eriac.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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