Autocracia y regionalismo en materia migratoria no es la solución

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La situación actual de la crisis humanitaria creada por las corrientes de inmigrantes, provenientes de Centro y Sudamérica, con destino a Estados Unidos (EU) y en la que México se encuentra involucrado presenta varias realidades: (1) La situación es inédita en América, (2) Los grupos de migrantes obedecen a una desenfrenada violencia de pandillas, tráfico de estupefacientes y falta de oportunidades de trabajo (3) La posibilidad de manejo de las leyes y principios de Derechos Humanos se están tratando de abusar (4) El manejo de la situación de esta crisis representa un capital político invaluable entre los políticos de EU y (5) Dada la llegada de una nueva administración y una respuesta lenta e infravalorada del gobierno Mexicano, le ha obligado a ponerse en una situación precaria del costo que representa mantener una zona de desplazados e integrar cientos de miles de individuos que ponen en peligro la estabilidad de la vida económica y social de México.

Como resultado de los hechos enumerados anteriormente, y de las promesas del gobierno federal de México y las nuevas políticas migratorias de EU, la frontera Norte y Sur de México están sufriendo ya de falta de recursos para ayudar a los inmigrantes, mientras que las situaciones de inseguridad se están acentuando.

No hay duda ya, miles y miles de inmigrantes que México pensaba solo irían de paso y que solo debía de cuidarles en su camino, para cumplir con los preceptos internacionales ya no aplican, el país tendrá que resolver este problema que es catalizador de pobreza, falta de empleos, servicios médicos, inseguridad y afectará toda su vida social y económica.

“El alcance, la escala y la complejidad crecientes de los movimientos de población que no están cubiertos por los mandatos existentes de las agencias internacionales o por los estados (y que en general afectan a varios países a lo largo de una ruta de migración), cuestionan la capacidad de respuesta de los estados individuales y señalan la necesidad de estrategias conjuntas. Para hacer frente a la falta de protección legal o estatus de las personas involucradas en tales movimientos, las propuestas han ido desde la expansión de los sistemas y regímenes existentes, principalmente una ampliación del concepto normativo de refugiado y hasta la creación de nuevos conceptos e instituciones legales”; señala el departamento de estudios migratorios de la Universidad de Oxford en un estudio sobre migración forzada.

El desarrollar las capacidades de las agencias de gestión de fronteras no solo es dar órdenes a un instituto migratorio debilitado, no solo por la crisis sino por el autoritarismo presidencial que vivimos, la respuesta incluye trabajar en aspectos técnicos como planes de contingencia sólidos, sistemas de alerta temprana y métodos para la protección de personas y grupos vulnerables.

El intercambio de información institucionalizada y las operaciones conjuntas con los estados fronterizos –sin importar si son morenistas o no– que contemplen la ayuda prometida por el gobierno y la repatriación o asimilación de los desplazados es necesario. La promesa de que pronto llegarán los fondos por programas que se están inventando o en proceso, no es suficiente.

Los temas de los derechos humanos y de de los refugiados, la trata de personas, la libertad de circulación y la violencia ocasionada por la pobreza y el descontento ante la pérdida de los programas sociales, por los recortes de salarios ordenados mediante un rasado a ciegas, la presión ilimitada y el terrorismo que anticipa el SAT a las empresas; no es la mejor solución, el gobierno debe de encontrarla, de los contrario México en un plazo muy breve estará en condiciones muy similares a la de los países que hoy han creado esta problemática.

El autor es analista político en Texas, y experto en temas de la frontera México-Estados Unidos.

Opine usted: javier.amieva@hispanicinternational.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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