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Asesinatos, balaceras y drogas se roban la tranquilidad de la CDMX
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En la puerta del club nocturno, un guardia de seguridad revisa cada bolsa, bolsillo y bolsa de maquillaje con una mini linterna. En el baño, otro observa cómo los traficantes de drogas venden cocaína en bolsas marcadas con calaveras. Ese guardia acompaña a los juerguistas a un puesto donde pueden inhalar en privado.
Las pandillas de narcotraficantes son cada vez más poderosas en la Ciudad de México, dejando a los negocios nocturnos más exclusivos sin más opciones que dejarles vender sus productos.
Es mejor que la alternativa: fuera del club, cerca de la Fuente de Cibeles en un barrio popular entre los turistas estadounidenses, el dueño de otro bar fue asesinado a tiros. Más recientemente, dos hombres con narcóticos en su automóvil fueron asesinados a ocho cuadras a plena luz del día y otros delincuentes dejaron dos muertos más en un exclusivo centro comercial.
La Ciudad de México siempre había sido un refugio contra las decapitaciones y las fosas comunes que asolan al país. Pero a medida que los homicidios aumentan año tras año, la capital comienza a parecerse más y más al resto de México.
Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el poder en diciembre, los crímenes se han convertido en el tema número 1 de conversación en cafeterías, bares y oficinas.
Bloomberg
Pese a las promesas de reducir la violencia abordando la pobreza y el descontento juvenil, los homicidios se han disparado 15 por ciento este año durante el mandato de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aliada cercana de AMLO.
Tras tiroteos en barrios elegantes y el secuestro y asesinato de dos jóvenes de clase media, Sheinbaum echó mano de la recientemente creada Guardia Nacional, una medida destinada solo a los peores focos de narcotráfico. Ahora la percepción de que el crimen está descontrolado en una de las capitales más grandes del mundo desconcerta a los inversionistas en una economía que va rumbo a registrar su menor crecimiento en una década.
“Nuestros clientes están mucho más preocupados”, comentó Gonzalo Nadal, quien dirige la consultora de riesgo ON Partners, con sede en Ciudad de México, cuyos clientes incluyen la American Chamber of Commerce of Mexico. “Algunos han expresado serias dudas” sobre expandirse en la capital.
Sheinbaum afirma que la situación viene empeorando hace años, pero el gobierno anterior modificó los datos para esconder el problema. Publicó nuevas estadísticas acerca del año pasado que muestran que la cantidad de homicidios fue mayor de lo que se pensaba antes de asumir el cargo. Eso hace que la comparación con las cifras de este año sea menos dramática.
Algunos delitos como los robos en realidad han caído. Los asaltos a transeúntes han bajado 23 por ciento, pero los homicidios siguen subiendo -898 víctimas entre enero y junio- y los críticos culpan a ella y al presidente.
Secretaría de Gobernación
La Ciudad de México necesita más detectives y fiscales mejor capacitados, pero los fuertes recortes presupuestarios establecidos por AMLO dificultan su trabajo, dijo Francisco Rivas, quien dirige el Observatorio Nacional de Ciudadanos, un grupo que busca mejorar la política de seguridad. “En cambio, la ciudad optó por cambiar el color de las patrullas”, dijo.
López Obrador dijo en una entrevista con Bloomberg el lunes que sus programas sociales están abordando las causas de la violencia y que la Guardia Nacional está proporcionando personal para reforzar la lucha contra el crimen. “No delego este asunto a nadie. Estoy lidiando con eso directamente”, dijo.
Desde que el entonces presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los narcotraficantes en 2006, los delitos violentos han empeorado cada vez más. La estrategia de cazar capos simplemente dividía los carteles en pandillas más pequeñas y beligerantes.
Su nuevo dominio en la capital es más evidente en clubes nocturnos y bares. Algunos propietarios se han visto obligados a contratar personal de seguridad y meseros elegidos por los mismos narcos. Otros toman precauciones, como permitir que los guardias supervisen las compras de narcóticos para mantener el orden.
En el club cerca de fuente de la Cibeles, un DJ pone cumbia de la vieja escuela ante una multitud joven que gasta el equivalente a unos 10 dólares en bebidas. El baño donde se vende cocaína y éxtasis entre 25 y 50 dólares tiene poca iluminación, pero su entrada está abierta.
“Los grupos de crimen organizado obligan a los bares a vender o permitir la venta de drogas”, acusó Ernestina Godoy, procuradora de justicia de la capital, en una entrevista.
El tiroteo a plena luz del día más reciente ocurrió la semana pasada en el centro comercial Plaza Artz, cerca de una tienda Louis Vuitton. Una mujer mató a tiros a dos hombres israelíes que según medios locales distribuían drogas a bares en Polanco. Un video muestra a un supuesto cómplice disparando un arma de alto calibre mientras hace su escape en tanto los compradores se agachan debajo de las mesas. Un oficial resultó herido.
Una guerra territorial entre dos pandillas, Unión Tepito y Fuerza Anti-Unión, suele considerarse la fuente del derramamiento de sangre y las autoridades denuncian que operan con ayuda de los cárteles más poderosos y violentos, el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
El tiroteo en el centro comercial pudo haber sido un enfrentamiento entre ambos cárteles, plantea la consultora mexicana de riesgo Empra.
Prisioneros recientemente liberados se integran como peones, aseguran algunas autoridades de Ciudad de México. Las salidas de la cárcel han aumentado gracias a una reforma de la justicia penal de 2008 que mejoró el debido proceso pero no capacitó y verificó funcionarios encargados de hacer cumplir la ley antes de entrar en vigor en 2016. Muchos han sido dejados en libertad por tecnicismos, mientras que algunos sospechosos de delitos violentos pueden optar a salir bajo fianza. La población carcelaria de la ciudad se ha desplomado a cerca de 25 mil personas este año frente a las más de 41 mil de 2012.
Los homicidios en la ciudad han crecido tanto que los asesinatos por cada 100 mil habitantes están ahora solo 23 por ciento por debajo del promedio nacional. Se ubicaron 33 por ciento bajo la media el año pasado y en 41 por ciento menos en 2017, según datos federales corregidos hace poco.
Godoy, la procuradora, explica que el gobierno anterior manipuló tantos archivos el año pasado que cuerpos encontrados en Ciudad de México se registraron fuera de la capital en informes finales. El gobierno anterior contabilizaba solo un máximo de 600 delitos por semana, aseguró. El exalcalde Miguel Ángel Mancera, actualmente senador, no ha respondido a solicitudes de comentarios. Previamente negó las acusaciones.
Los informes de datos alterados plantean preguntas sobre si se puede confiar en las estadísticas de seguridad del Gobierno. “Los estados, dependiendo de cómo se transmitan en las noticias, a menudo cambian o modifican sus números”, dijo Jack Harary, director gerente de la firma de seguridad con sede en Ciudad de México Harary Security.
Esta semana, Sheinbaum aprobó leyes que requieren sentencias más severas por reincidencia y delitos menores como el robo de teléfonos móviles. Ella planea expandir la fuerza policial este año en 66 por ciento.
Las acciones del Gobierno no son suficientes, dijo Rafael Guarneros, quien se encuentra en comité de vigilancia en la colonia Condesa. Un miembro de su asociación, Cristina Vázquez, fue asesinada en junio después de denunciar un delito en su cuadra. Horas después de que la encontraran, un hombre intentó forzar su entrada de su departamento por razones desconocidas y fue arrestado. Había entrado y salido de la prisión cuatro veces, informan los medios locales.
“Los fiscales no saben cómo enviar a un criminal a prisión y mantenerlos allí, o simplemente no quieren”, dijo Guarneros. “Este es el mayor fracaso de la Ciudad de México”.
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