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De fabricar sujetadores a la NASA: la curiosa historia del creador de los trajes espaciales del Apolo 11

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De fabricar sujetadores a la NASA: la curiosa historia del creador de los trajes espaciales del Apolo 11

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Contra todo pronóstico, la compañía Playtex consiguió convertirse en el fabricante de los trajes espaciales con los que los astronautas del Apolo 11 llegaron a la Luna.

Hace 50 años 650 millones de personas se encontraban frente a sus televisores siendo testigos de la llegada a la Luna del Apolo 11. La hazaña marcó un antes y un después no solo en la carrera espacial, sino también en la historia de la Humanidad.

Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los grandes protagonistas de la misión, pero para poder colocar la bandera estadounidense en la superficie lunar, hizo falta el trabajo de miles de personas que contribuyeron al éxito de la aventura.

Una de las tareas más complicadas, a diferencia de lo que la mayoría pueda pensar, no fue la construcción del cohete, sino el diseño de los trajes espaciales con los que los astronautas podrían sobrevivir a las condiciones extremas de la Luna.

El reto era mayúsculo. Según recoge Fast Company, los trajes necesitaban estar presurizados desde su interior simulando una atmósfera que garantizase la supervivencia de los astronautas.

Al mismo tiempo, también necesitaban estar adaptados para soportar temperaturas de entre -280 y 240 grados o para resistir el impacto de un micrometeorito que surcase el cielo a 58.000 km/h.

Además, los trajes debían ser flexibles, lo suficiente para que los astronautas pudieran moverse con relativa soltura, girar la cabeza, mover los brazos o escalar y sus guantes debían permitir que cogieran una moneda del suelo.

La compañía que fue capaz de asumir este desafío fue Playtex, un fabricante de sujetadores que no lo tuvo fácil para ganar el concurso ante la cantidad de detractores que tenía. Muchos se opusieron a su participación y, tras algunos reveses de sus partners, la compañía logró que la NASA aceptase su candidatura.

Apenas contaban con un plazo de 6 semanas para crear su diseño que, finalmente estuvo compuesto por 21 capas de diferentes materiales como el látex o el nylon. Una vez pasado este periodo, llegaba la prueba de fuego.

En los tests llevados a cabo, sus rivales no tuvieron demasiada suerte. Mientras el casco de uno de los trajes reventó en una de las pruebas, otro tenía los hombros tan anchos que, tras inflarse, no permitía a los astronautas volver al módulo lunar. Un tercero tenía tan poca movilidad que impedía a los viajeros realizar tareas rutinarias.

Ante esta situación, el diseño de Playtex fue el que obtuvo los mejores resultados. Para comprobar su eficacia, uno de los técnicos de la compañía acudió a un campo de fútbol vestido con el traje y ofreció una demostración que fue grabada en vídeo en la que corría, daba toques al balón e incluso tocaba sus pies sin doblar las rodillas.

De esta manera, la compañía, que poco después se cambió el nombre a ILC Dover, ostentó el honor de ser el fabricante de unos trajes elaborados de manera artesanal, al detalle y garantizando la máxima calidad y seguridad.

“Es pura belleza”, señalaba Armstrong en una carta a la compañía en el 25 aniversario del alunizaje. “Era consistente, fiable, casi envolvente”.

Hoy, 50 años después, ILC Dover sigue siendo el fabricante de los trajes de la NASA.



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